Cuando a veces me preguntan qué tomo para sentirme tan ágil mentalmente, mi gasolina es no saber con exactitud qué sucederá en cualquier tarea que abordo. Así me enfrento, por ejemplo, a cada programa de “La Observadora”.
Esa sensación de lanzarme al vacío antes de abordar un trabajo, una formación o un libro, es tan adictiva que necesitaría mil vidas para saciarla. A su vez siento que estoy aprendiendo algo nuevo. Ambas cosas ponen de manifiesto que la curiosidad es un elemento clave para mantener el cerebro joven.
El ejercicio de mantener mi mente en “modo curiosidad” más que deseable, resulta imprescindible para una mente saludable y despierta.
Hace unos días coincidí con Mar, una excelente neuróloga del Hospital Clinic, en Barcelona, y así me lo ratificó. Las personas que cumplen años siendo curiosas mantienen una mayor “reserva cognitiva” y, por ello, envejecen más tarde. También se lamentaba de que en nuestro país habíamos olvidado el valor de la curiosidad, aunque aquí estoy yo, la #maestradelacuriosidad, dispuesta a recordároslo.
Tradicionalmente hemos pensado que a partir de los 40 años perdíamos diariamente hasta 50.000 neuronas de los 100.000 millones que tenemos. Por fortuna la ciencia ha demostrado que las neuronas, así como las sinapsis o las conexiones entre ellas, no solo no mueren, sino que siguen naciendo hasta el final de nuestras vidas.
Hoy sabemos también que nuestra mente puede modificar su expresión, es decir nuestro pensamiento, nuestra conducta, los objetivos que nos proponemos en la vida e incluso las creencias.
De ahí la importancia de tener proyectos nuevos, de iniciar hábitos distintos, de tener “afanes” como nos decían las abuelas. Aquello que imaginamos, si lo hacemos con determinación, será una realidad. Por tanto, empieza activando tu curiosidad y de ahí pasa a visualizar aquello que deseas.
Puesto que no todas las áreas cerebrales envejecen al mismo tiempo y depende del uso que les demos, ¿por qué no las entrenamos para mantener nuestro cerebro joven más tiempo?. O lo que es lo mismo, ¿por qué no activamos nuestro comportamiento curioso?
Cuando actuamos en base a la curiosidad, estamos alimentando nuestro cerebro. Si pudiéramos hacerle una fotografía, tal y como observan los científicos en el escáner, veríamos cómo las áreas del aprendizaje y la memoria se activan junto a los circuitos que actúan en el sistema de recompensa. Así se genera también una sensación general de bienestar.
Una experiencia motivada porque la curiosidad está modificando tu cerebro que, a partir de ella, desarrolla la capacidad de discernir las incógnitas a las que te enfrentas como si fuesen desafíos, igual que enigmas que resolverás con una sabiduría intuitiva. Y lo harás de manera más completa que la lograda a partir de los conocimientos que irás adquiriendo a través del aprendizaje y el estudio.
Al activar nuestra curiosidad enriquecemos nuestro cerebro y, por tanto, nuestra vida, ya que exploramos el mundo, nos relacionamos con otras personas, somos más sabios y sabias, creativos y creativas…
Ahora bien, pocas experiencias curiosas en la edad adulta son espontáneas y sin esfuerzo. Eso solo nos sucede cuando somos niños; por lo que tu voluntad y constancia son muy importantes si deseas alargar tu tiempo vital. Pon en valor tu curiosidad para ejercitarla y vivir más años con un cerebro joven.
Esta afirmación que parece un tanto arriesgada fue testada por un grupo de neurólogos norteamericanos que siguió durante 5 años a 2.153 individuos, hombres y mujeres entre 60 y 86 años, con la hipótesis de que los más curiosos/as serían más longevos/as. El resultado de su investigación se publicó en la revista “Psychology and Aging”.
A los sujetos de la investigación se les midió previamente el grado de comportamiento curioso o cociente de curiosidad CC, para comprobar si quienes poseían un cociente más elevado, y después de ajustar factores de riesgo como el tabaco, las enfermedades cardiovasculares o la detección de un proceso cancerígeno, vivirían más tiempo. Y efectivamente así fue. Los más curiosos fueron los más longevos.
Si bien antes ya se habían obtenido los mismos resultados en ratas de laboratorio con las que se experimentaba tratamientos contra el cáncer (un día los científicos se dieron cuenta de que los animales que jugaban más en las jaulas o exploraban con mayor interés los laberintos, vivían un 25 % más que los demás), lo importante de este estudio es que se ha convertido en el primero realizado en humanos que valora el papel predictivo de la curiosidad en nuestra longevidad. Concretamente en la salud de nuestro cerebro.
¿Dónde reside el secreto que mantiene el cerebro joven cuando lo mantenemos en modo curiosidad?. En la dopamina, el neurotransmisor ligado a la recompensa, o lo que es lo mismo al placer que se desata cuando averiguas algo que estabas buscando. Ella actúa en el cerebro cada vez que eres capaz de resolver algo, de averiguar la respuesta a una pregunta o aprendes algo que no sabías.
Todos segregamos dopamina, pero las personas con un elevado cociente de curiosidad presentan altos niveles de ella, mientras que los enfermos de Alzheimer, Parkinson y enfermedades neurológicas presentan bajos niveles, no solo del neurotransmisor, sino que los circuitos que lo segregan están “atrofiados”.
Nada más lejos que sugerir que las personas con un bajo comportamiento curioso tengan “predisposición” a padecer algunas de las enfermedades anteriores. Simplemente quiero recalcar que tener la curiosidad muy viva preserva nuestro cerebro de la erosión a la que el tiempo y el desgaste que este conlleva, le somete. Con tal argumento, ¿qué haces que no estás despertando la tuya?.
Si me preguntas, ¿cómo puedo empezar? ¿Cuál es el primer paso para activar tu curiosidad?. Te respondo que, de igual modo que los médicos elogian andar, el mejor ejercicio mental es aprender algo nuevo cada día. Aprender y memorizar no solo lo que comimos el día anterior, sino habilidades nuevas que pueden ser desde montar en bicicleta, hasta un idioma o interpretar un instrumento musical. Activar siempre tu capacidad de aprender y memorizar, ya que la curiosidad es el motor del aprendizaje.