¿Recuerdas que cuando eras niño o niña todo lo que te rodeaba despertaba tu curiosidad? Los niños descubren el mundo porque sienten curiosidad por él. Y lo hacen de manera natural e intuitiva ya que forma parte del proceso madurativo de sus cerebros.
Puede que la primera respuesta que te llegue a la cabeza sea algo así como “aquello que nos hace agitarnos ante la novedad”. Si, efectivamente es la emoción que se despereza cuando se cruza algo desconocido ante nosotros y deseamos saber de qué se trata. Y además es otras cosas…
La curiosidad nos empuja a emprender retos y asumir riesgos. | Es un eficaz antídoto contra el miedo y la incertidumbre. |
Sedimenta el aprendizaje tras cada experiencia | Ayuda a integrar nuevas habilidades, conocimientos y competencias. |
El mecanismo de la curiosidad requiere atención, de hecho, sostener un comportamiento curioso demanda voluntad y cierta práctica, pero la recompensa merece la pena, te lo aseguro.
Bien es verdad que en nuestra cultura occidental cuesta entender el concepto de “atención presente”. La atención presente contempla lo que sucede en el aquí y el ahora, y concentra nuestros sentidos en lo que estamos experimentando en tiempo real. En lo que hacemos, sentimos y decimos en cada momento porque, ¿cuántas veces no te das cuenta que no estás prestando atención a lo que estás realizando y sí piensas en lo que harás unos minutos después?.
Si te sitúas en ese presente donde tiene lugar la vida (la vida no está en el pasado, que ya ha sucedido y no puede cambiarse; ni en el futuro, que aún no ha llegado y nadie, ni los nigromantes, pueden preverlo al cien por cien).
Si vives con curiosidad en el presente disfrutarás todo con plenitud. Saborearás cada instante. Sentirás que cada vivencia tiene su sentido.
Sí, tardé en descubrirlo porque durante buena parte de mi vida deducía que era una parte de mi personalidad. Que yo era un ser curioso como otros lo eran arriesgados o intrépidos (¿sabías que esto también está ligado con la curiosidad? Un día te hablaré de ello).
La psicología positiva y en concreto, Martin Seligman como su mejor teórico, han dado a la curiosidad el papel que se merece: es la primera de las 24 principales fortalezas humanas, y por tanto imprescindible para nuestra supervivencia. Todos/as la tenemos dentro. Todos somos animales curiosos por definición, por genética o biología.
Guárdate esta idea como un regalo muy valioso: todo ser humano nace con curiosidad, como lo hace con empatía, vitalidad, perseverancia, sentido crítico o prudencia, por mencionar algunas de esas fortalezas.
La curiosidad no es, por tanto, una actitud privilegiada de unos cuantos sino una fortaleza común a cualquier ser humano y, por tanto, una potencialidad por desarrollar.
Su grado de desarrollo depende de muchos factores, pero la buena noticia es que la curiosidad se despierta, se ejercita y se optimiza. El proceso pasa previamente por recordarla, por volver a familiarizarnos con el rasgo más genuino de nuestra infancia.
Para desarrollar la curiosidad hay que tener en cuenta dos máximas muy importantes:
No necesariamente debemos estar “viviendo” situaciones novedosas continuamente para despertar nuestra curiosidad. Si bien el aprendizaje procede de lo desconocido e ignorado hasta ese momento, también de la sorpresa que detectamos en lo cotidiano.
A diario me topo con personas que utilizan la curiosidad en su vida o en su trabajo y esto les da unos réditos increíbles. El caso del cocinero español que triunfa en EEUU, José Andrés, es paradigmático.
Recuerdo que nos conocimos hace algunos años en un programa de tv, cuando su restaurante era apenas un proyecto y su nombre empezaba a abrirse hueco al otro lado del Atlántico, y hoy día aparece, de forma merecida, entre las cien personalidades más influyentes de EEUU en la la lista Forbes.
José Andrés nunca ha dejado de hacerse preguntas, de hecho, la primera vez que cruzó el océano lo hizo llevado por la cuestión ¿les gustará a los americanos la comida española? No en vano él se había formado en El Bulli, ese gran centro de experimentación culinaria creado por Ferrán Adriá que, para mí, ya que tuve el placer de visitarlo en su día, representa la curiosidad gastronómica elevada a la máxima potencia.
La curiosidad de José Andrés interrogándose acerca de qué podría aportar para mejorar su entorno y contribuir a frenar el hambre le llevó a crear su propia ONG, World Central Kitchen, con la cual lleva 10 años repartiendo comidas en lugares castigados por la precariedad económica y a personas en exclusión social, y por la que ha conseguido el Premio Princesa de Asturias a la Concordia ya que, durante la pandemia, ha repartido en España más de tres millones de comidas y en América 25 millones, demostrando que sus preguntas siempre han tenido una finalidad.
Por lo tanto, da un sentido a tu curiosidad, dirígela hacia dónde consideres que es útil y trata de alinearla a tu misión de vida.