A veces la vida te regala un beso. Una palabra de ánimo cuando nadie cree en ti. Aire fresco sobre un asfalto incendiado. A veces la vida nos encuentra y ya no nos separa aunque no volvamos a vernos.
La semana pasada disfruté de uno de esos acontecimientos que se acercan a ti con el desacertado pronóstico de pasar de puntillas pero que terminan dejando huella. Entenderéis que con ese mal ojo nunca juegue a la lotería.
¿Cómo os explico qué es Talentya?
¿Cómo hacerlo a quienes pesan las servidumbres de lo doméstico, el yunque de la rutina, esa clase de urgencia que no te deja mirar más allá de tus pasos? Confesándoos que he participado de uno de los foros más inspiradores del año cuya vocación es reflexionar sobre todo lo que nos rodea desde cualquier ángulo, añadiendo al análisis la ambición que tengamos cada uno: desde conversar hasta desear cambiar el mundo dándole la vuelta como un calcetín. No obstante el claim motivador era explícito: CREACCIÓN.
Poco se puede mover si todos permanecemos quietos.
Llegué a Mallorca arrastrando un ajuar de sueño atrasado y una venda en los ojos. Lo primero se solventaba durmiendo de un tirón; para eliminar la ceguera me abrazó una ola de cariño nada más cruzar el portón de Can Martí Feliú, una construcción del siglo XIII en el centro de Palma preparada para acoger durante cuatro días a un grupo de “iluminados”. Qué suerte la mía haber sido invitada. Era la edición número 7 y año tras año se repite la misma liturgia: alguien te propone acudir a algo que no sabes muy bien qué es en un lugar que ignoras junto a unos acompañantes desconocidos. ¿Un club secreto? ¿Masonería? ¿Probadores de ensaimadas? ¿El Club Bildeberg versión patria? ¿Un remake de “Eyes Wild Shut”? Apenas aparecí me topé con el productor Luis Álvarez y Daniel Ciges, y me dije: “Niña, un musical. Ya lo tienes claro”. Tampoco hicieron nada por contradecirme el anfitrión, Juanjo Fraile y Belén, su mujer, visionarios generosos que, eso sí, con suavidad pero con firmeza me conminaron: “Antes de retirarte a dormir entra y conoce a la gente”. Fui obediente. Entré… y ya no podré salir de allí.
Cada edición Talentya nos propone a un grupo de personas intervenir en ella a través de una charla que es todo menos una conferencia o una lección magistral. Se trata de una mirada alrededor. Nuestra personal mirada. El eslabón de una cadena que sientes cómo va solidificando sin que medie más que la verdad entre unos y otros. Vidas que derrochan matices penetrando en otras que de no ser por ese think tank excepcional quizá no se hubieran cruzado nunca. Mentes en conexión. ¿Para qué? Para compartir sus trabajos y, más importante, sus experiencias vitales, de modo que inspiren a otros en un suma y sigue creador.
Imposible resumir todo. Inevitable dejarme cosas, nombres. Ideas que remueven, que cambian la óptica, que activan tus resortes y revientan tu zona de confort. Cipri Quintas arranca resumiéndote las ediciones anteriores y ya es un no parar. “Empecé muy mal: empecé ganando” confesó Gema Hassen-Bey. “No se puede dar amor si no lo tienes tú”, José María Gasalla –su idea del rincón de la queja es lo más brillante que he escuchado en tiempo y me sumo a su campaña: “¡Basta ya de quejarnos!”-, más claro no se puede expresar. Cómo me gusta tu vehemencia.
“Convivir con la duda y la incertidumbre es estupendo porque nos ayuda a investigar y dialogar”, la frase de Antonio Garrigues está colgada en la puerta de mi armario. Así me espabila a diario.
Fernando Romay quería ser negro y el Mago More –maestro de… todo- sacaba punta a la vida: del binomio no podían brotar más que sonrisas. Luis Malibrán usurpó la chistera al mago y extraía conejos del objetivo de una cámara, mientras que Niña Pastori, Chaboli, Eduardo Guerrero, Alfonso González Aguilar y Daniel Diges mandaron al artista a dormir y se quedaron los niños que son. Más grandes que subidos a cualquier escenario. Para soñar con teatros ya está Luis Álvarez.
El futuro nos zarandeó con Nacho Villoch, Javier Sirvent y Marc Vidal. “Lo que viene lo estamos haciendo entre todos”, vale entendido. “Esto no es una crisis, sino un cambio de época”. Magnífico. “Dentro de unos años no habrá trabajo tal y como lo concebimos ahora”, esto no me gusta tanto Marc. Si así fuera, ¿qué hay después?. “Habrá vida”.
Todo pasa por desaprender, por desprogramar buena parte de nuestras anteriores creencias y “creaccionar” las nuevas. Y disfrutar del aprendizaje. Este aparente desorden está cimentando un tiempo con pensamientos en red y proyectos mancomunados. Como las Ideas4All que relató Ana María Llopis, una sabia feliz, que no dejaba de escribir y escribir para recordar mejor. Un mundo más femenino, sí, y emocional, por supuesto. Como las empresas sensuales de Jesús Vega –gracias por este viaje. No me lo hubiera perdido por nada del mundo.
Si te resumo parte de lo compartido es porque Talentya no está encastillada sino que necesita llegar a ti. Mi misión –la de todos- es hacerte partícipe de la formidable oportunidad que tiene el ser humano –como colectivo o de uno en uno- para construir el nuevo orden. Allí apreciamos la fuerza de la conciencia colectiva. El poder de lo no tangible.
Tú y yo estamos protagonizando el cambio. No sirve contemplarlo. ¿Te conformas con ser un invitado o quieres decidir qué mundo deseas habitar?
Tú también tienes Talentya. Demuéstratelo. Demuéstramelo.